Emboscada del progreso

Jorge Barón Biza | 4 de Abril de 1999|


Tecnología hubo siempre, desde que el hombre es homo faber, hombre creador a semejanza de Dios, concepto cuya formulación más reciente en el catolicismo es la Laborem Excercens… Se trata de defender la creatividad terrenal del hombre dentro del marco de su condición de ciudadano.

Otra cosa es la “emboscada tecnológica”. Muchos intelectuales escribirían “proyecto” en lugar de “emboscada”, pero “proyecto” tiene un matiz intencional y franco que no se advierte en la forma que se presentó la tecnología ante la historia en los últimos 300 años. La emboscada tecnológica se presenta como servidora de todas las tecnologías, sin intenciones propias, como suprema fuerza de la humanidad para lograr su propia salvación. Así se vinculó con el humanismo, el iluminismo, el positivismo, el primer liberalismo, el primer socialismo. A todos los sobrevivió. La emboscada tecnológica tiene frente a las ideologías la misma ventaja que tiene el psicópata frente al hombre franco: no dice lo que hace.

La emboscada tecnológica ha sido, en verdad, un proyecto autónomo de dominio irrestricto, que puso a su servicio a todas las filosofías modernas pero que nunca reconoció ella misma un límite ni se sometió a otra norma que su propio desarrollo sin fin. El ardid de presentarse como instrumento controlable le sirvió para actuar sin frenos.

Por supuesto, hubo mentes alertas que denunciaron este ocultamiento y expusieron la verdadera situación, pero entonces actuó otro factor: “La idea de que el mundo quiere ser engañado se ha hecho más real de lo que jamás pretendió ser. Los hombres no sólo se dejan engañar con tal de que eso les produzca una satisfacción, por fugaz que sea, sino que incluso desean esta impostura, aun siendo conscientes de ella; se esfuerzan por cerrar los ojos y aprueban, en una especie de desprecio por sí mismo… Presienten, sin confesárselo, que sus vidas se hacen intolerables tan pronto como dejan de aferrarse a satisfacciones que, por decirlo claramente, no son tales”. El texto que muchos teólogos ortodoxos de la mayoría de las religiones firmarían pertenece a Theodor W. Adorno.

El engaño consiste en sustituir la salvación por la catástrofe, y en hacer todas las catástrofes posibles. Eso es lo que consiguió la emboscada tecnológica, incluso que no nos olvidemos del peligro atómico, creando las condiciones ideales para una catástrofe atómica. La tecnología ha logrado que el campo de lo posible sea infinito, sin plantearse en ningún momento el principio de lo ético.

Ahora que todas las éticas y sus ideologías han muerto (o por lo menos así lo desean los poderosos), el campo queda libre y muy despejado: más tecnología, más posibilidades de catástrofe.


“Emboscada del progreso”, en La Voz del Interior, Suplemento Temas, Córdoba, 4 de abril de 1999.

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