Proyecto Baron Biza
A mediados de 1997, Jorge Baron Biza decidió que ya era tiempo de volver sobre sus propios pasos. Tenía 55 años y, tras una larga temporada en Buenos Aires, estaba de regreso en Córdoba. Reunió entonces una serie de artículos –escogidos entre cientos que había escrito a lo largo de su carrera como periodista y crítico de arte– con la idea de publicar un libro. Era un gesto hacia adentro: conjurar la dispersión, unir los fragmentos, ordenar las hojas esparcidas por el viento. El material que había sobrevivido a varias mudanzas –en una época analógica y en los albores de Internet– consistía en una caja repleta de páginas sueltas que habían sido literalmente arrancadas de diarios, suplementos culturales y revistas especializadas donde Jorge Baron Biza había colaborado a lo largo de su vida. Sólo necesitaba encontrar a alguien que transcribiera los artículos en la computadora para comenzar a darle forma al proyecto.
Fue uno de mis primeros trabajos y estaba entusiasmada con la propuesta, a pesar de que la tarea asignada se relacionaba más con la dactilografía que con el periodismo. Para una estudiante –con apenas algunas materias cursadas en la carrera de Comunicación Social– no eran significativas las diferencias entre esos dos oficios. Los textos seleccionados nombraban personajes, autores y conceptos, en su mayoría, desconocidos. Oraciones encriptadas evocaban escenas remotas del mundo del arte y la cultura de todos los tiempos. Pero, a medida que avanzaba en la tarea, la escritura mecánica mutaba en una experiencia de hipnosis y fascinación. Con cada golpe de tecla, replicando el orden exacto en que cada letra había sido dispuesta, las frases abrían surcos lumínicos por donde discurría, mágicamente, el sentido. La conexión táctil habilitó, así, un proceso de transustanciación de ideas y palabras encantadas. Los movimientos de las manos sobre el teclado –más cercanos a la interpretación de una melodía en el piano que al impasible acto de tipeo– fueron dibujando en la pantalla un laberinto incandescente sembrado de acertijos, lecciones y secretos.
Una pieza única del periodismo cultural argentino
Sabemos que tanto en su faceta de escritor –es autor de El desierto y su semilla (1998), su única novela publicada, más una inédita titulada La mujer en lo alto– y como resultado de una profusa labor en el campo de la crítica de arte y el periodismo, Jorge Baron Biza dejó una vasta obra escrita que aún permanece diseminada e invisible. De ahí la necesidad de reunir y revisar los textos concebidos por este escritor que fueron publicados en distintos medios de comunicación, tanto capitalinos como de otras regiones de nuestro país, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y que vistos en conjunto, creemos, podrían componer una pieza única del periodismo cultural argentino.
Si bien la reedición de su novela en Argentina y también en España, Italia y Francia ha revalorizado recientemente la figura de este escritor, consideramos que aún resta una indagación más profunda y abarcadora que dé cuenta de los verdaderos alcances y derivaciones de las búsquedas y experimentaciones de Baron Biza, tanto en el terreno literario como periodístico.
Otras motivaciones, de índole personal, también guían la realización del presente proyecto. De los años en que trabajé como colaboradora de Jorge Baron Biza, además de un recuerdo imborrable de su sensibilidad y dedicación, conservo una serie de manuscritos, cartas, artículos, fotografías y libros que le pertenecieron. Tras su muerte, establecí contacto con amigos, compañeros de trabajo, familiares y otras personalidades que lo conocieron, impulsada por la idea de comenzar a reconstruir algunos pasajes de su vida y reunir los fragmentos dispersos de su obra. Durante el tiempo transcurrido, cuidé esos materiales convencida de que esa reconstrucción –además de un gesto de gratitud y afecto por quien considero amigo y maestro- significa un paso necesario para que el público pueda conocer, en toda su magnitud, la producción de uno de los escritores más refinados de nuestro país.
La belleza accesible
A lo largo de su carrera, Jorge Baron Biza trabajó en los principales medios gráficos del país, y publicó numerosos escritos en revistas especializadas, suplementos culturales, catálogos de muestras y apuntes de cátedra. Otros formatos como conferencias, presentaciones, guiones y clases también forman parte del legado desconocido de este escritor.
En el terreno periodístico, ningún género escapó a su pluma: crónicas, entrevistas, ensayos, comentarios y la reseña –donde alcanzó notas altísimas– son muestras de un espíritu preocupado por las más variadas aristas del quehacer cultural y la búsqueda incesante de la belleza en el mundo. Como señala Martín Albornoz, “el sobrevuelo constante de la dimensión autobiográfica como potencia y no como límite, la aproximación al arte como una arena de salvación y el recorte de la belleza accesible alimentan sus textos más disímiles” .
El abanico de temas abordados, con agudeza y erudición, nos habla de un autor autodidacta con una sólida formación –especialmente en áreas como filosofía, historia del arte, literatura, estética y teoría de la cultura– y siempre abierto a la exploración y el planteamiento de nuevos enfoques para el análisis cultural y la crítica periodística. “Había estudiado en detalle el trasfondo filosófico de las grandes corrientes del arte, y tenía la capacidad inusual para articular las expresiones visuales con el conjunto de la cultura. Era frecuente leer en sus críticas citas de poemas o fragmentos literarios que iluminaban, como un fogonazo repentino, la pintura, la escultura, o la fotografía a la que se refería”.
“Sus hobbies son la música y la pintura”
La producción periodística de Baron Biza se sitúa en diferentes puntos geográficos del país, principalmente en Buenos Aires, donde residió la mayor parte de su vida, y en Córdoba capital, donde vivió los últimos diez años. Museos, universidades, editoriales, centros culturales, redacciones y galerías de arte fueron lugares frecuentados por este autor y, seguramente, en muchos de esos espacios aún perduran rastros que atestiguan su paso.
Según consta en su currículum, Baron Biza se inició –a comienzos de la década de 1970- en tareas de corrección y edición en la editorial Abril, una de las más importantes de la Argentina de aquel entonces; luego trabajó para otras editoriales como Riesa, Edisar, Kapelusz e Hyspamérica, donde también cumplió funciones como traductor, prologuista y recopilador.
En ámbitos periodísticos, fue jefe de redacción y subdirector de La Revista y Arte al Día, y colaboró en First, Nueva, Clarín, Página/12, Tres Puntos, La Voz del Interior, Nueva, Aquí Vivimos y Umbrales entre otros medios gráficos del país. Entre 1969 y 71 trabajó en la división noticias de Canal 9 en Buenos Aires; en 1985 obtuvo el premio Uncipar como guionista y director de un corto cinematográfico y en 1995 condujo el micro televisivo “La cultura” en el canal de cable Surcor en Córdoba.
Además de la novela ya mencionada, tradujo El Indiferente de Marcel Proust y es autor del ensayo que acompaña al mismo texto (editorial Rita-Rosemberg, 1987). En 1992 incursionó en la docencia con el dictado de cursos sobre “Periodismo de revistas” en la Fundación Clásica y Moderna y, a partir de 1995, dictó clases en la cátedra de Movimientos Estéticos en la Universidad Nacional de Córdoba y también en la Universidad Nacional de Catamarca, pero la ausencia de un título de grado y la burocracia universitaria le cerraron con doble vuelta de llave las puertas de los claustros académicos.
“Me formé en colegios, bares, redacciones, manicomios y museos de Buenos Aires, Friburgo del Sarine, Rosario, Villa María, La Falda, Montevideo, Milán y Nueva York. Todavía me quedó tiempo para leer a Mann, traducir a Proust y trabajar treinta años como corrector, negro, traductor, editing man de unos trescientos libros, redactor y periodista, en una amplia gama de revistas que incluyó desde revistas pornográficas y house-organs de sanatorios psiquiátricos, hasta la escritura de horóscopos fundados sobre versos de grandes poetas y la subdirección de una revista de alta sociedad, pasando –por supuesto- por importantes obras culturales y varios años como reseñador de arte” . En 1967, Clotilde Sabattini -la madre de Jorge Baron Biza- se refirió a su hijo en una entrevista: “Trabaja, y sus hobbies son la música y la pintura. No le gusta la política”.
Excentricidades
¿En qué tradición literaria podemos situar la escritura de Jorge Baron Biza? Como sostiene Martín Albornoz, “disponerlo en la ristra de los suicidados y marginales ha sido en cierto modo la reacción más obvia y a la vez más perezosa” de la crítica. Pero además de la sentencia de habitante de los márgenes y miembro selecto del club de escritores de novela única y sin descendencia, Jorge Baron Biza cosechó otro calificativo que mejor lo define, el de escritor excéntrico, el cual responde tanto al carácter original de su obra como a su ubicación fuera del centro o, en todo caso, a la creación de un centro propio en cuyo núcleo late la pulsión estética y la búsqueda de la belleza como elementos constitutivos de su escritura.
“Barón Biza sabía que vivir en Córdoba lo convertía, por esos milagros inversos de la cultura argentina, en la que todo siempre puede funcionar mal (y así sucede), en un excéntrico”, dice Daniel Link respecto del escritor y de la novela que –desde su perspectiva– también tematiza la excentricidad: “La excentricidad de El desierto y su semilla y de su autor no es sólo geográfica (Baron Biza no se refugiaba en las confortables mieles del localismo literario) sino, sobre todo, familiar o, lo que es decir lo mismo, siniestra”.
Los chispazos de esas tensiones entre centro y periferia parecen intensificarse a partir de su mudanza definitiva a la ciudad de Córdoba. La buena recepción que tuvo El desierto y su semilla por parte de la crítica porteña le permitió, al menos inicialmente, acortar la distancia con Buenos Aires, pero la aparente disminución de esa brecha no bastó para torcer el rumbo de un final anunciado. Escudado en la figura nómada del corresponsal, Jorge Baron Biza disimulaba esa condición paradójica: mientras oficiaba de enviado especial en Córdoba para los diarios capitalinos, figuraba como corresponsal en Buenos Aires para los medios cordobeses.
Semillas de una escritura
La búsqueda y organización de los escritos de Jorge Baron Biza registra algunos antecedentes. Como señalamos anteriormente, el primer intento de reunir algunos artículos producidos a lo largo de su carrera –especialmente aquellos vinculados con la crítica de arte- lo realizó él mismo a fines de la década de 1990, con vistas a hacer una publicación que nunca se concretó.
El libro Los cordobeses de fin del milenio (Ediciones del Boulevard, 1999), publicado junto a Rosita Halac, también da cuenta del interés de Baron Biza por recopilar su obra tras varias décadas de ejercicio periodístico. Otros proyectos, como el dossier “Jorge Baron Biza. Acerca de la belleza” publicado por la revista Artefacto (2007); el libro Por dentro todo está permitido (Caja Negra, 2010) de Martín Albornoz y el dossier “Jorge Baron Biza, periodista y escritor” en la revista Zigurat de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA (2013) son indicios del interés que suscitan -en el ámbito cultural- los textos de este autor. En 2018, la editorial cordobesa Caballo Negro publicó Al rescate de lo bello, un libro que reúne artículos de Jorge Baron Biza y en el que participé tanto en la selección de textos como en la escritura del prólogo.
En síntesis, a partir de la creación del Archivo Baron Biza creemos que será posible avanzar en el reconocimiento de ciertos núcleos temáticos que dominaron su escritura, así como ahondar en sus principales búsquedas y preocupaciones. Tomando como punto de partida su producción, asimismo, consideramos que es posible comenzar a reconstruir un panorama sobre el ejercicio del periodismo cultural en el interior del país y los modos de circulación de las producciones periodísticas durante la década de 1990. Se espera, en definitiva, que este trabajo aporte nuevas herramientas y elementos de análisis que nos aproximen a la obra de un autor que brilló con luz propia – en pos de hacer de la belleza del mundo una belleza accesible al lector- y cuya producción se inscribe en la mejor tradición del periodismo y la prosa literaria argentina.
Fernanda Juárez
1. Albornoz, Martín, (comp.) Por dentro todo está permitido (reseñas, retratos y ensayos de Jorge Baron Biza), Editorial Caja Negra, Buenos Aires, 2010, p.17
2. Orosz, Demian; “La frontera entre los reinos”, La Voz del Interior, Córdoba, 5 de septiembre de 2002.
3. Por dentro todo está permitido (reseñas, retratos y ensayos), Editorial Caja Negra, Buenos Aires, 2010, p.10.
4. Nota original del archivo de Jorge Baron Biza, 26 de julio de 1967, Buenos Aires. Las respuestas de Clotilde Sabattini estaban dirigidas a la revista Confirmado, una publicación de Jacobo Timerman.
5. Ídem, p. 13.
6. “Un Edipo demasiado grande”, Página/12, Suplemento “Radar/Libros”, Buenos Aires, 16 de septiembre 2001.
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Este proyecto se realizó con apoyo de la Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes otorgada en 2019 en la categoría “Letras”.