Jorge Barón Biza | 1993|
Jorge Glusberg se incorporó al mundo del arte a mediados de la década del 50. Discípulo de Aldo Pellegrini, uno de los críticos de avanzada de aquello tiempos, fue después estrecho colaborador de Romero Brest. Participó activamente en la revolucionaria década del 60: curador de la primera exposición de arte mínimo celebrada en Buenos Aires (1967), fundó en 1968 el Centro de Arte y Comunicación (CAYC), que inicia sus actividades públicas en 1969, con la primera muestra de arte cibernético realizada en América Latina, y que a partir de 1971 reúne y difunde las nuevas tendencias estéticas de raíz conceptual en el Arte de Sistemas, teorizado por Glusberg. Institución única en su tipo, el CAYC ha sido y es el nudo de un intenso intercambio artístico con el mundo entero, tanto en materias de obras de arte como de personalidades de la cultura. Glusberg es autor de una treintena de libros – muchos de ellos traducidos -, ha dictado seminarios y conferencias sobre arte, arquitectura y diseño, en las principales ciudades del mundo: de Nueva York a Beijing, de París a San Pablo, de Helsinki a Sofía. Presidente de la Asociación Argentina de Críticos de Arte, organiza las Jornadas de la Crítica, que este año tuvieron su XII edición. Director del Comité Internacional de Críticos de Arquitectura (CICA), lleva adelante desde 1985 la Bienal Internacional de Arquitectura y Diseña de Buenos Aires. Es uno de los Fundadores del International Center of Advanced Studies in Art, de la Universidad de Nueva York, y trabaja como profesor asociado en el Departamento de Arte de esa Universidad desde 1979.
JBB – En vista de su gran experiencia en el intercambio cultural internacional, ¿Cuál es la situación de la Argentina en este terreno?
JG – Nunca dudé de que la Argentina pertenece a América latina. De hecho, el primer pintor latinoamericano es argentino. Un artista que no fue a Italia o Francia a estudiar, como era obligatorio en el siglo XIX para los artistas de todo el mundo. Sin embargo, Cándido López es desde pocos años atrás apreciado por los europeos precisamente por su originalidad. Por supuesto, hay muchos otros ejemplos. Por eso, cuando fundé el CAYC destaqué en el documento inicial la necesidad de privilegiar las relaciones con los países latinoamericanos. No se trataba, sin embargo de sustituir un criterio de escuelas nacionalistas por un nacionalismo más amplio, un chauvinismo continental, sino de estudiar y favorecer tendencias culturales propias para que puedan insertarse con fuerza original en la cultura mundial.
JBB – ¿Qué ha hecho concretamente en este campo?
JG – He sumado los planos de la crítica y la teoría con el de la organización de exposiciones. En 1971, por ejemplo, fui el curador de una muestra que se exhibió en Londres y Buenos Aires, Arte de Sistemas, que era un ejercicio práctico sobre mis teorías respecto de las corrientes estéticas de aquellos años. La muestra era un ejemplo claro de intercambio cultural eficiente: 103 obras de artistas de 16 países. Un año después monté Hacia un Perfil del Arte Latinoamericano, muestra de 148 obras que, después de ser exhibida en su lugar de origen, la Bienal Coltejar de Medellín, se paseó por todo el mundo: Buenos Aires, Quito, Panamá, Reikiavik, Pamplona, Madrid, y dos universidades norteamericanas estatales, las de Ohio y Virginia. Como le dije a Horacio de Dios en nuestro libro Conversaciones sobre Artes Visuales, la cultura es centrífuga y centrípeta a la vez, hacia fuera y hacia adentro. Mi posición en el CAYC y como presidente de la Asociación Argentina de Críticos de Arte, más las relaciones que he cultivado en más de 35 años de trabajo en el tema, me permite actuar como nexo cultural. Sin ir más lejos, en las recientes XII Jornadas de la Crítica participó Loreny Heygi, del Museo de Arte Moderno de Viena; pudo ver una muestra de en el CAYC que le interesó y la presentará en Viena, en el 94. También conseguí que cinco artistas argentinos expongan en Amberes, Bélgica, en el 94. En ambos casos hay, por supuesto, una corriente recíproca de artistas europeos que se presentarán en Argentina. Con la multiplicación y sistematización de estas situaciones, se creará un sólido circuito de arte latinoamericano.
JBB – ¿En qué medida cree usted que influirá en la apreciación del arte latinoamericano la creación de departamentos especializados en esta región, en casas tan prestigiosas como Christie’s y Sotheby’s?
JG – Quizás yo no sea la persona apropiada para responder, porque en mi vida compré ni vendí un cuadro, pero no puedo dejar de reconocer que si existe un circuito de exposiciones y encuentros teóricos, es porque está sustentado en un circuito económico. Si el circuito existe, es porque alguien compra obras. En este terreno, las galerías tienen una tarea fundamental, son un punto clave. Para quien tenga todavía dudas, basta analizar lo que ocurrió con el pop norteamericano en Europa, donde se impuso y se vendió muy bien gracias a la acción inteligente de las galerías estadounidenses. En cambio el arte latinoamericano todavía es ignorado por vastos sectores del público del primer mundo. La política de las galerías y grandes casas de arte internacionales me parece adecuada por el momento: presentan a los artistas latinoamericanos como alternativas de menor precio que sus contemporáneos del primer mundo, pero con grandes probabilidades de valorizarse con el correr de los años. Pero por supuesto no podemos pretender que nuestros artistas se vendan bien en los Estados Unidos y Europa si antes no se deciden los compradores locales. No se trata sólo de pagar grandes sumas por las obras de los consagrados, sino también de formar un público comprador de arte joven que ofrezca una base firme aquí para después lanzar a los nombres nuevos en el mercado internacional. Las instituciones – los museos, los centros culturales, la teoría, la crítica, las revistas especializadas, las galerías y los medios masivos – deben jugarse profesionalmente por esos nombres nuevos. Es lo que yo llamé – en mi libro Retórica del Arte, publicado en Italia por Editorial Flash Art – la ‘Teoría de las Instituciones’.
“Jorge Glusberg. La proyección del arte latinoamericano”, en revista Arte al Día número 48, Buenos Aires, 1993.