Jorge Barón Biza | 4 de Agosto de 1999|
La desaparición del pintor, en la madrugada de ayer, cierra una larga vida dedicada al arte y centrada en la gente y los paisajes de esta provincia.
Con Egidio Cerrito, quien murió ayer a la madrugada, en Córdoba, tras una larga enfermedad y fue sepultado el mismo día a las 17 en Carlos Paz, desaparece una figura de arraigo en el arte de Córdoba, a donde llegó en 1922 procedente de Italia. Había Nacido en Ischia el 19 de setiembre de 1918, cerca de Nápoles. Estudió en la Academia Provincial y egresó en 1943. Además de su obra pictórica, su inquietud espiritual lo llevó a realizar escenografías, practicó con gran nivel la cerámica y fue un eximio restaurador. De su calidad de dibujante da cuenta el Primer Premio de Dibujo a Lápiz en el salón Anual de 1948. Llegó a sumar 37 primeros premios en salones provinciales, además de los que obtuvo en el orden nacional. A partir de 1950 dirigió el Museo Caraffa, de donde fue removido en el ’55 por razones extra-artísticas.
Volvió a su tarea docente en la Escuela Figueroa Alcorta, de la cual fue director hasta su jubilación, en 1977. En 1985 fue incluido en la muestra La Pintura Argentina de Este Siglo, realizada en el Museo Nacional de Bellas Artes. Su arte y su carácter lo mantuvieron siempre cerca de lo popular y en este sentido fueron numerosos sus envíos a salones dedicados a un público de trabajadores, como la muestra Pueblo y Artistas, organizada en el Salón Luz y Fuerza en 1968.
En la obra de Cerrito se pueden distinguir dos épocas. Una primera, austera, de colores apagados en los que predominan los tonos de la tierra y otros matices sombríos. De una representación volumétrica en la que algunos críticos señalaron la influencia de los pintores italianos del novecientos pasó a un dibujo más ágil en el que a veces abocetaba sólo las siluetas, contrastadas con las enormes masas arquitectónicas de la Córdoba industrial, en una efectiva denuncia de la ciudad come-hombres. En sus últimos años practicó un arte mayormente paisajístico, de gran sapiencia, agilidad y brillo.
La crítica nacional no le retaceó reconocimientos. En su obra Ochenta años de arte argentino, Cayetano Córdoba Iturburu dijo: “… no es lo pintoresco o risueño de las sierras, el motivo de sus intereses. Como en Farina, como en Horacio Álvarez, su visión, severa, nos muestra una sierra noblemente áspera realizada mediante una expresión pictórica en que se unen un sólido criterio constructivo a un color grave y a una rica densidad de materia”.
Para la cordobesa Susana Metzadour (Pintores de Córdoba): “Cerrito vivió los tiempos de los grandes nombres de la historia plástica cordobesa adoptando filiación al expresionismo social apolítico con un persistente interés por lo sencillo y natural: motivos de suburbios, procesiones campesinas, escenas de ferias, naturalezas muertas. Confluyen en su pintura la historia, la anécdota y hasta la leyenda, construidas con pincelada rápida, gran empaste de ocres, rojos y pardos de tonos bajos que en general crean una atmósfera de fuerte y firme ensoñación”.
Los cordobeses tendremos la oportunidad de apreciar su obra en la exposición que se realizará en setiembre en el CPC de Monseñor Pablo Cabrera.
“La creación exige libertad” “- ¿A quién admira como pintor? -A Aguilera, un gran artista. Era un maestro que hablaba poco, quizá el menos académico de todos, pero permitía que cada alumno se expresara libremente en la obra. No había en él ninguna exigencia del predominio. – Pese a eso influyó en su obra. -Sí, pero curiosamente sin imponerse. No por tratar de que imitara fotográficamente el modelo, más aún, él nos pedía que nos saliéramos del modelo, insistía en que pusiéramos de nosotros mismos. Al principio no lo entendíamos pues, como todo principiante, creíamos que cuanto más se pareciera una pintura al modelo mejor estaba. Llevó su tiempo darse cuenta de que la parte técnica, lo puramente virtuoso, si bien es importante, es sólo el primer escalón de la creación. La creación exige libertad y en eso Aguilera no hacía concesiones, nos instaba continuamente a interpretar, a ir más allá del modelo, llegaba incluso a retirarlo, luego de mostrárnoslo un rato, para que cada uno lo pintara según su recuerdo”. (Extraído de un reportaje que Tiempo Cultura le realizó a Egidio Cerrito el 6 de agosto de 1978). |
“El hombre que pintó a Córdoba” (sobre Egidio Cerrito), en La Voz del Interior, Córdoba, 4 de agosto de 1999.