Contra viento y marea

Jorge Barón Biza | 31 de Agosto del 2000


Testimonios. Siete narradores hablan de sus proyectos y opinan sobre las condiciones para escribir en Córdoba.

Esta es la primera entrega de una serie que está dedicada a ofrecer un panorama de la producción literaria y ensayística de Córdoba. El presente informe enfoca algunas de las propuestas narrativas que vienen desarrollando distintos escritores locales. Los autores consultados fueron: Lilia Lardone, Fernando López, Perla Suez, Maximiliano Mariotti, Cristina Bajo, Enrique Aurora y Jorge Baron Biza.

 

CUESTIONARIO:

1) ¿Qué proyectos narrativos está desarrollando actualmente?

2) ¿Qué opinión le merece la narrativa cordobesa?

3) ¿Cree que tiene proyección en el panorama de la literatura nacional?

 

JORGE BARON BIZA

1)  Mi proyecto es sobrevivir. Tengo que multiplicar mis trabajos periodísticos, no tengo tiempo libre y para colmo se han sumado problemas de salud. Por esta razón se demoraron dos novelas, una de las cuales tiene una segunda escritura completa y la otra, un 30 por ciento de una primera escritura. Lo malo, cuando no podés escribir por razones de salud o mala economía, es que se te acumulan las ideas y vas perdiendo contacto con el texto originario. De las dos, la más completa es la historia de unos porteñitos que viajan al interior en busca de mujeres, y llegan hasta La Quiaca sin debutar.

Hace poco se me ocurrió que cada prostíbulo que visitan puede muy bien ser un círculo del infierno. Pero si no ponés la idea en práctica no podés saber cómo funciona. Entonces, queda yaciendo sobre otras, anteriores, que pueden ser contradictorias o excluyentes.

 

2)  La literatura que se produce en Córdoba no pude dejar de tener las mismas características que la sociedad: austeridad en el empleo de recursos, prudencia con las novedades que llegan de Buenos Aires, poco empleo de lo «típico» y el color local, como el tango y lo gauchesco, que tan buenos dividendos paga en otras latitudes. Los escritores cordobeses parecen tironeados por las tradiciones humanistas, por un lado, y el solipsismo posmoderno, por el otro. De la década del ‘70 ha quedado una reticencia frente a la política y los entusiasmos, que se ha transmitido incluso a la generación que no vivió aquel tiempo. Si, por carácter, desconfiamos de las novedades y, por temor, desconfiamos de las posibilidades de cambiar el mundo, sólo nos queda el pasado, la historia. Pero ya no es una historia sublimada románticamente ni tomada como elemento fundamental para comprender el presente (como la concibieron el marxismo y el positivismo); tampoco es una historia a la que se recurre en busca de una identidad, como hizo el “gauchismo» de la primera mitad del siglo pasado (Güiraldes, Acevedo Díaz). De esta manera -aun contra la voluntad de los escritores- las ficciones históricas se convierten en fragmentos que subrayan la imposibilidad de comprender la historia y, por consiguiente la imposibilidad de cambiarla.

 

Obras:

“El desierto y su semilla”, Editorial Simurg, Buenos Aires, 1998; “Los colores de un siglo” (en colaboración), investigación sobre el arte de Córdoba del siglo 20; “El indiferente”, traducción y ensayo sobre Proust; “Cordobeses en el fin de milenio”, crónicas periodísticas en colaboración con Rosita Halac.


“Contra viento y marea. Escritores cordobeses hablan de sus proyectos”. Informe de Gustavo Pablos y Mariano Serricchio. La Voz del Interior, Córdoba, 31 de agosto del 2000.

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